5 paisajes secretos de la Argentina
De Jujuy a Tierra del Fuego, rincones poco conocidos del país que vale la pena visitar. Consejos y precios para recorrerlos.
El mayor salar del país, un inmenso campo de conos volcánicos, un bosque de troncos petrificados hace millones de años y o un valle lunar en plena Puna son algunos de los paisajes que vale la pena conocer en el país.
La Payunia (Mendoza)
Puede que no sea tan desconocido, es cierto, pero también es verdad que la mayoría de los visitantes de Mendoza no llegan hasta esta reserva de 450 mil hectáreas de territorio yermo cubierto por un espeso manto de cenizas y rocas volcánicas, testimonio de la intensa actividad que convulsionó toda la zona cordillerana hace millones de años.
Los mendocinos se ilusionan con la posibilidad cierta de que el lugar sea declarado Patrimonio Natural Mundial por la Unesco, y tiene con qué: la Payunia está sembrada de más de 800 conos volcánicos inactivos, lo que la convierte en uno de los mayores campos volcánicos del planeta, decorado de manera muy particular por campos piroclásticos de distintos colores y coladas de basalto, como un viaje a la creación del planeta. Entre los conos destacan el del Payún Matrú, con una caldera de 9 km de diámetro y una laguna en el centro -una de las excursiones posibles asciende a su cima-, y el Payún Liso, de 3.680 metros.
También es muy llamativo el “Campo de Bombas”, un terreno sembrado de esferas de distinto tamaño.
La Payunia está a 120 km de Malargüe y a 300 de San Rafael, a la vera de la ruta nacional 40. Para visitarla hay que contratar guías autorizados por la Dirección de Turismo de Malargüe, y se pueden hacer trekkings, safaris fotográficos, avistaje de fauna, cabalgatas y travesías en 4x4. La mejor época es de noviembre a abril, aunque la excursión de todo el día desde Malargüe (cuesta $ 960 por persona, incluyendo vianda de almuerzo) se hace todo el año, excepto cuando nieva (www.karentravel.com.ar).
El "otro" Valle de la Luna (Jujuy)
Puede que haya visitado Ischigualasto, el famoso Valle de la Luna de San Juan. Bien, pero no es la única reminiscencia lunar del país. A más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, en un recóndito rincón de la Puna jujeña, hay otro impresionante paisaje conocido como Valle de la Luna y también como Valle de Marte, porque en él abundan formas de colores rojos y grises.
Está casi en el límite con Bolivia, muy cerca del nuevo trazado de la ruta 40. Se puede llegar desde Abra Pampa por la provincial 7 hasta Laguna de Pozuelos, luego la 70 a Liviara y la 85 a Cusi Cusi, o desde La Quiaca por la nueva 40. Es recomendable un vehículo 4x4 y llevar reserva de combustible. Las mejores épocas son primavera y otoño (en invierno es muy frío y en verano llueve). Hay alojamiento en Cusi Cusi y Cochinoca.
Campo de Piedra Pómez (Catamarca)
Como de otro planeta. De cuál, no se sabe, pero puede ser una buena excusa para ir a averiguarlo. Este “mar de piedras” ubicado a 63 km de Antofagasta de la Sierra, a 10 de la localidad de El Peñón y a 220 de Belén, en Catamarca, es una enorme extensión donde sobresalen grandes formaciones de piedra pómez, como si fuera un mar de rocas blancas y crestas rosadas, ocre y amarillas que llegan a superar los 50 metros de altura, entre inmensos médanos blancos y la silueta de volcanes. Son más de 5 mil formaciones rocosas en un área de 25 km de largo, testimonio de la intensa actividad volcánica de los Andes hace millones de años. Con tiempo y paciencia, el viento y la lluvia tallaron las formas más diversas y crearon corredores e impactantes esculturas naturales. Se llega por asfalto hasta El Peñón, rodeada de lagunas con flamencos, vicuñas y los volcanes más altos del planeta, pero desde allí es necesario contratar excursiones y guías experimentados con camionetas 4x4, por recorridos que andan siempre a alturas de entre 3.000 y poco más de 4.000 metros.
Teyú Cuaré (Misiones)
Por aquí se inspiraba el escritor Horacio Quiroga, que tenía cerca su famosa casa de la selva. Hoy es el Parque Provincial Teyú Cuaré (“cueva del lagarto” en guaraní), con una superficie de 78 ha y ubicado a unos 60 km de Posadas. El lugar es muy visitado por la selva y por el peñón del Teyú Cuaré, un afloramiento rocoso con cavernas naturales en las que se refugian distintas especies de murciélagos y tiene una particularidad: es la única zona de nuestro país en la que ingresa una amplia ecorregión denominada Cerrado, típica del centro de Brasil.
Está a 5 km de las Ruinas de San Ignacio y se puede llegar cerca con el auto, para luego caminar hasta la cima del promontorio, de 120 metros de altura, donde el sendero de los miradores permite disfrutar de grandes vistas del río Paraná, el verde de la selva y, enfrente, las costas de Paraguay. También hay otros senderos interpretativos y zona de acampe agreste cuidada por guardaparques, y se puede visitar en canoa, 4x4 o bicicleta.
El Cono de Arita (Salta)
Tolar Grande es un pueblo minero en la Puna salteña que se hizo conocido en 1999, cuando se hallaron las momias bautizadas “Los niños del Llullaillaco”, en la cima del cercano volcán. A 80 km de Tolar Grande, el salar de Arizaro es el más grande de Argentina y el tercero en el mundo luego del de Uyuni, en Bolivia, y el de Atacama, en Chile. Este nombre aymara se traduce como “dormidero del buitre”, nombre que se debe a los cóndores que sobrevolaban el lugar buscando los cadáveres de animales que quedaban en las travesías que llevaban ganado a Chile.
En el extremo sur de este mar de sal hay una geoforma cónica casi perfecta que se eleva unos 200 metros sobre el salar, con una cima ubicada a 3.689 msnm. Es el Cono de Arita, palabra que quiere decir “filoso” o “punzante”. El origen de esta forma es desconocido, y no faltan las teorías que la vinculan con un posible centro ceremonial inca, a los pies de los gigantes Llullaillaco y Socompa.